Filosofía Educativa
La Universidad Adventista de las Antillas reconoce que Dios, el Creador y Sustentador de la tierra y de todo el universo, es la fuente del conocimiento y de la sabiduría. Dios creó al hombre perfecto, a su imagen y semejanza. Debido al pecado, el hombre perdió su estado original de perfección. La educación cristiana, mediante el desarrollo de la fe en Cristo, restaura en el hombre la imagen de su Hacedor y lo prepara para el servicio a Dios y a la humanidad.
El conocimiento de Dios no se obtiene por raciocinio solamente; Dios ha comunicado su naturaleza, propósitos y planes a través de la revelación divina. Las Sagradas Escrituras fueron inspiradas por Dios y son la fuente primordial de sabiduría, realidad, verdad, lo ético y estético. Esta base bíblica determina los fines de la educación y nuestra concepción de la naturaleza del estudiante, el rol del maestro, el currículo, la metodología de enseñanza, y el rol de la universidad en la sociedad.
El estudiante tiene potencialidades infinitas que necesitan ser desarrolladas. La educación adventista fomenta el desarrollo continuo, armonioso e integral de las dimensiones del carácter: espiritual, moral, cognoscitivo, físico, y social. Todo miembro de la comunidad universitaria es un agente en ese proceso educativo para el desarrollo de las potencialidades del carácter. Está llamado a ser un modelo de espiritualidad, excelencia y servicio.
El currículo tendrá un fundamento bíblico y la integración de la perspectiva de la fe para lograr el desarrollo integral y balanceado del estudiante. Será un currículo dinámico e innovador que prepara al estudiante para los desafíos sociales y profesionales. Provee oportunidades para que éste adquiera conocimientos, destrezas y actitudes en las competencias de diversos campos del saber. Además, a través de una diversidad de métodos de enseñanza, y siguiendo los métodos de Cristo, busca desarrollar el pensamiento crítico, las destrezas de investigación, la solución de problemas, la comunicación efectiva, la mayordomía de los recursos y el uso de avances tecnológicos. Procura, como fin último, nutrir una vocación y lograr una preparación práctica para que el estudiante realice un servicio de excelencia en la obra de Dios en esta tierra.